lunes, 15 de noviembre de 2010

El Sindicato de Policía Yiddish

Ucronía+novela negra+humor negro+intriga política=
El Sindicato de Policía Yiddish

Más o menos esta sería la ecuación de este libro de Michael Chabon con excelentes resultados (pero que dudo que funcione tan bien en la mayoría de las ocasiones).

Llegué a este libro porque es una ucronía y mi persistente debilidad por las mismas. En el caso del Sindicato el estado de Israel resultó acabado en la ofensiva árabe de 1948 y tras nueva diáspora gran cantidad de judíos se establecen en la ciudad de Sitka en Alaska, distrito con un estatus especial semi-autónomo que acogió a refugiados judíos de Europa durante la guerra. Al empezar nos encontramos a dos meses del fin del estatus (solo otorgado por 60 años) y la reversión del distrito al gobierno de Washington, los habitantes sin idea de a donde acudir, muchos sin una nacionalidad o sin papeles que les permitirían continuar viviendo en EEUU. Michael Chabon suelta capsulas que nos permiten vislumbrar un mundo distinto al nuestro donde Rusia ha pasado por diversas repúblicas, la guerra en Europa acabó en el 46 con un bombardeo atómico y Kennedy se casó con Marilyn.

Luego es una novela policial, con grandes dosis de novela negra. El protagonista, Meyer Landsman, es un detective de homicidios casi alcohólico, divorciado, quien sin ningún futuro a la vista se encuentra decidido a aclarar el asesinato de un vecino en el hotel de mala muerte donde vive. Para ello tendrá que enfrentar a un grupo de judíos ortodoxos que controlan el crimen organizado en Sitka, volver al ajedrez, un juego que odia, y esconder la investigación de su supervisor provisional quien ordenó fuese cerrada (quien para colmo de males es su ex-esposa de la que continua enamorado).

El problema que normalmente tengo con las ucronías es que frecuentemente se convierten en un escenario muy bonito pero que en realidad aporta poco a una historia que funcionaría idénticamente en nuestra línea temporal. Con El Sindicato esto no es tan cierto; el drama judío del desarraigo, los problemas religiosos entre las distintas creencias, el clima hostil y los problemas de convivencia con la población aborigen de Alaska forman parte integra de la trama y configuran y definen a los personajes. Obviamente alguien tan interesante como Berko, el primo medio tlingit y además judío de Landsman no funcionarían para nada en otro escenario.

Y ese es otro sumando que se agradece; nadie como Chabon (y Woody Allen por supuesto) para reírse y hacernos reir de la idiosincrasia judía y si además es un genio con las metáforas, las descripciones coloridas y el humor ácido el resultado es una novela excelente de las que da dolor terminar. Generalmente cuando hago un post acerca de una lectura intento copiar algún fragmento interesante (si es divertido mejor) que resuma en cierta forma el tono y espíritu del libro. Nunca me había costado tanto escoger un párrafo ya que nunca había marcado tantos mientras leía.

¿La intriga política? lo debo, ese es el verdadero spoiler.
Hoy día nunca se sabe. En Povorotny, un gato se apareó con un conejo y produjo unos monstruitos adorables cuyas fotos adornaron la portada del Sitka Tog. El febrero pasado, quinientos testigos de todos los rincones del distrito juraron que bajo el resplandor de la aurora boreal, durante dos noches seguidas, habían observado el contorno de una cara humana con barba y tirabuzones. Estallaron violentas discusiones sobre la identidad del sabio con barba del cielo, sobre si la cara estaba o no sonriendo (o simplemente sufriendo un ligero ataque de gases), y también sobre el significado de la extraña manifestación. Y la semana pasada sin ir más lejos, en medio del pánico y de las plumas del matadero kosher de la avenida Zhitlovski, un pollo se volvió hacia el shochet mientras este levantaba su cuchillo ritual y anunció en arameo la llegada inminente del Mesías. De acuerdo con el Tog, el pollo milagroso profirió una serie de predicciones asombrosas aunque olvidó mencionar la sopa de la cual, tras quedar una vez más silencioso como el mismo Dios, acabó formando parte. Hasta el estudio más informal de los anales, piensa Landsman, mostraría que los tiempos extraños para ser judío casi siempre han sido también tiempos extraños para ser un pollo.

PD1: los hermanos Coen la quieren adaptar al cine... Quizá el mundo no es tan cruel después de todo.

PD2: que portada tan genial.

PD3: Y ahora en la búsqueda de La asombrosas aventuras de Kavalier y Clay

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La guerra interminable

William Mandella es un joven estudiante de física reclutado para una guerra de la que no están muy claras las razones ni motivos. En sus breves retornos a la vida civil se encuentra totalmente fuera de lugar, en medio de una sociedad a la que no entiende y que no lo entiende.

Convertido en un hombre extraño hasta para su familia, no encuentra "hogar" excepto en el mismo ejercito a donde no le queda más remedio que regresar, hacer carrera y cumplir órdenes absurdas, algunas criminales, para un gobierno que controla los medios de comunicación y que lo quiere convertir en héroe ejemplar en una lucha cada vez más fanatizada de nosotros contra ellos, un ellos al que no hay ningún intento de comprender ni tratar.

Obviamente es una historia de guerra pero además es una novela de ciencia ficción; el enemigo son los taurinos, una civilización extraterrestre enfrentada con la humanidad por el control de los túneles de gusanos que comunican la galaxia (colapsares los llaman en el libro), el viaje a través de los colapsares es instantáneo pero el traslado a cada portal es a velocidad sub-lumínica con todo lo que esto implica en la dilatación temporal; una breve misión de algunos meses pueden ser siglos en la Tierra. Completamente incomunicados de sus bases militares desconocen a que se enfrentarán, que avances militares pudo haber creado el enemigo desde el último encuentro y, por supuesto, desconocen que encontraran al regresar (si es que regresan ya que el porcentaje de bajas es groseramente alto).

Curiosamente auto-biográfica, Joe Haldeman (graduado en física y veterano de Vietnam en los 60s) maneja la dilatación temporal como una metáfora del desarraigo que sufren los veteranos de guerra actual al regresar y realiza una fuerte crítica a lo absurdo de la guerra y al estamento político-militar-empresarial que la ve como el gran negocio.

A diferencia de gran cantidad de historias de ciencia ficción militar y space-operas, el protagonista no es ese héroe esforzado en misiones salvadoras de la humanidad. Renuente a pelear, participa en fracasos militares, operaciones incompletas y presencia gran cantidad de bajas por accidentes, errores y fuego amigo. Haldeman si estuvo en combate y en cierta forma esto se nota.

Todo un clásico (1974) que ha pasado a formar parte de mis 10 primeros en la ciencia ficción que no se deben perder.

Ridley Scott adquirió los derechos para la película...y la quiere hacer en 3D luego del éxito de Avatar.

Da miedo.