"apenas coges un cuchillo de chef y te acercas a la comida, estás en deuda con los franceses"
Conocí a Anthony Bourdain por la vía fácil; la TV. Me hice adicto a No reservations (adicción que perdí desde el momento en que empezaron a pasarlo doblado al español con un lenguaje politicoestúpidamente correcto). Creo que principalmente se debía a su irreverencia, desenfado y a esa cochina envidia de ver a alguien al que le pagan por viajar por el mundo y comer.
Visto en la TV, el paso siguiente era el libro que lo llevó al estrellato y lo convirtió, irónicamente, en una de esas cosas que odiaba; el chef estrella.
El libro me encantó, se estructura en forma de capítulos que llenos de anécdotas divertidas nos llevan por lo bueno y lo malo de la vida del cocinero y que enlazan con la vida de Bourdain convirtiéndose en una especie de autobiografía.
Desde su infancia cuando gracias a una ostra y una sopa fría entendió lo que significaba una buena comida, pasando por sus inicios en la cocina como lavaplatos durante unas vacaciones de verano, hasta el día "normal" de trabajo (para la fecha de publicación) en la cocina de Les Halles en Nueva York. Sus adicciones a las drogas, extraños encuentros con la mafia, consejos para los que quieren ser cocineros aficionados en el hogar, como un chef de cocina francesa aprendió a disfrutar de la sencilla comida italiana, lo que come y lo que no come, porque odia los brunchs y porque no hay que pedir pescado los lunes o la carne "bien hecha".
Aunque en ciertos momentos es radical en sus opiniones (para muestra un botón):
"Los vegetarianos a ultranza —y las ramas escindidas tipo Hezbolá— son motivo de permanente irritación para cualquier chef que valga algo. La vida sin chuletas de ternera, grasa de cerdo, chorizos, carne orgánica, demi-glacé o queso apestoso, no merece ser vivida. Los vegetarianos son el enemigo de todo cuanto tiene de bueno el espíritu humano, una afrenta contra todo lo que yo sostengo: el puro goce de la comida"No se puede negar que las suelta con desparpajo y humor.
Una de las cosas que me intrigaban de su programa de televisión es si era cierta tanta filosofía punk de la vida en un chef de alta cocina o solo era una pose de bad boy rebelde, pero al parecer es así, el hombre en realidad ha caminado por el lado salvaje, tanto en la calle como en la cocina. Me parece que el tipo o cae bien o cae mal, me sumo al primer grupo.
Vale la pena leer el libro, aunque sea por alguno de sus consejos.
"Es otra de las razones para ser cortés con tu camarero: puede salvarte la vida levantando una ceja o dando un suspiro. Si le caes bien, evitará que pidas esa pieza de pescado que sabe puede hacerte daño. Es posible que el chef le haya ordenado bajo pena de muerte que haga marchar ese bacalao, antes de que empiece a apestar de verdad"