domingo, 27 de abril de 2014

10 libros de fantasía que habría que leerse

Siguiendo con el post anterior, continúo con 10 libros de fantasía que me parecen indispensables. Quizás aquí soy menos general y no tan amplio ya que, aunque disfruto la fantasía, tiendo a preferir la ciencia ficción como lectura. Hay que leerlos con cuidado, a los escritores de fantasía les pareciera encantar alargarse en series de múltiples tomos y el "completismo" que afecta a muchos lectores del género es una patología que afecta el bolsillo, disminuye el tiempo para leer otras cosas y muchas veces carece de sentido.

Son libros que me parecen geniales, como todas las listas alguno quizá sobre, seguro que otros faltan:

El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien (1954)
Estuve a punto de no ponerlo en la lista. De libro de culto para unos pocos iniciados se ha convertido en un best seller de esos que llenan las vidrieras gracias a Peter Jackson y sus películas.
Pero no puedo dejarlo pasar, ESDLA marcó profundamente lo que sería la fantasía épica durante el siglo XX y es la causa de los cientos de clones que aparecían a cada rato y solo por eso es necesario leerlo. Como ocurre con cada adaptación cinematográfica, debe ser imposible leer estos libros sin que las imágenes de Alan Lee y John Howe nos vengan a la mente, lo que es una verdadera lástima con un libro tan lleno de descripciones como este.
No voy a mentir, lo que muchos ven como una virtud; las largas descripciones, las genealogías, las canciones y el arranque lento y pausado, son para muchos otros graves defectos que impiden continuar con la lectura.
Pero hay que intentarlo... si es posible olvidando lo visto en la pantalla.

La espada rota, de Poul Anderson (1954)
Curiosamente, el mismo año que Tolkien entrega la primera parte de su principal obra, Anderson publica otra historia de elfos... que no puede ser más distinta.
En La espada rota nos vamos a encontrar con una historia mucho más cercana de las sagas nórdicas, en un mundo de hadas paralelo al nuestro el reino de los elfos está en lucha con el reino de los trolls y un humano, robado en la cuna al nacer, será el encargado por el Destino de ponerle final.
Dioses vikingos, crueles guerreros, gigantes, trolls y unos elfos bien desgraciados para nada parecidos a los de Tolkien son los protagonistas de esta novela, corta pero intensa.

El perro de la guerra y el Dolor del Mundo, de Michael Moorcock (1981)
En mi opinión, un libro tan bueno que no parece escrito por Moorcock.
Urich Von Beck, mercenario y asesino alemán durante la Guerra de los Treinta Años llega a un castillo solitario al cruzar una zona desolada solo para encontrarse con un Lucifer cansado y arrepentido quien a cambio del alma (ya condenada) de Von Beck le asigna una misión: encontrar el Santo Grial para salvar a la humanidad y de esta forma obtener el perdón de Dios.
La novela es corta, con una idea muy interesante ¿puede el demonio arrepentirse de sus pecados? y el protagonista no es ese habilidoso espadachín de diálogos pomposos que tan frecuente describe Moorcock.
Hay unas continuaciones que nunca extrañé y más tarde Moorcock lo convirtió en otra re-encarnación de su Campeón Eterno pero eso es otra historia que puede dejarse a un lado.

Kalpa Imperial, de Angélica Gorodischer (1981)
Once relatos escritos por la argentina Gorodischer que sin ningún orden especifico nos cuentan historias grandes y pequeñas alrededor del" Imperio Más Vasto Que Nunca Existió".
Son pequeñas instantáneas, maravillosa y poéticamente escritas, que intentan representar el auge, caída y el nuevo auge de cualquier Imperio a través de la historia de reyes, emperatrices, guerreros, ladrones, hombres comunes, incluso una ciudad como protagonista.
Una verdadera maravilla narrada con el estilo de los antiguos contadores de historias.

Bosque Mitago, de Robert Holdstock (1984)
Bosque Mitago es una novela fascinante y para mi resultó novedosa en su tratamiento aunque el tema sea algo usado; el protagonista vuelve a su casa después de la Segunda Guerra Mundial para encontrar a su hermano obsesionado con el pequeño bosque vecino y una hermosa chica que lo abandonó para esconderse en él. Cuando su hermano se pierde a su vez en el bosque el protagonista empieza a descubrir la razón de la obsesión de su hermano al leer los diarios de su padre fallecido (con la misma obsesión): el bosque es un laberinto inmenso que pareciera no tener fin y donde los arquetipos de nuestro inconsciente colectivo se hacen carne; Robin Hood, Cernunnos, Ginebra lo habitan con distintas re-encarnaciones.
Es un libro algo extraño, se aleja de los héroes de espada y brujería y camina más por la borrosa línea del miedo a lo desconocido y nuestros temores antiguos.

Soldado de la niebla, de Gene Wolfe (1986)
Este es el diario en primera persona de Latro, un mercenario romano que al parecer luchaba con las tropas del Rey Jerjes en las Guerras Médicas, digo al parecer porque Latro no recuerda nada, una herida en su cabeza durante la batalla de Platea hace que olvide todo al día siguiente por lo que tiene que mantener un diario para leerlo en la mañana y poder recordar un poco de su vida.
El extra es que con ese golpe que le produjo la amnesia Latro ganó la habilidad de ver el mundo sobrenatural de dioses y espíritus, encuentros que narra en su diario con la tranquilidad del que nada sabe y por lo tanto nada le asombra.
La lectura se dificulta por la enorme cantidad de referencias a la historia y mitología griega, al uso literal que hace Latro del idioma (llamar cordeleros a los espartanos por ejemplo) y al hecho de que de vez en cuando Latro olvida actualizar su diario o hay páginas perdidas, pero eso no importa, el libro es único en su estilo y no puede ignorarse.
Wolfe continua con dos novelas más: Soldado de Árete y Soldado de Sidón para aquellos completistas (aunque sin un final completo aún).

La última partida, de Tim Powers (1992)
Los dioses tienen mucho tiempo muriendo y resucitando; Osiris, Dionisio, Mitra, Jesús. Su avatar actual reside en Las Vegas y necesita de un cuerpo para trasladar su alma, cuerpo que se consigue en un juego de poker que se realiza cada 20 años; La Ascensión.
Las cartas como imágenes de los dioses y de sus poderes, el caos y el azar controlados y representados en el Tarot de los que las cartas modernas no son más que representaciones. Las Vegas como un Monte Olimpo donde los poderes de los dioses se enfrentan.
Tim Powers tiene muchos libros que se mueven por las difusas fronteras entre la magia, el terror, la fantasía épica y el steampunk, pero en mi opinión, aunque La última partida es un libro difícil de comprender en sus inicios, es menos desatado y desaforado, más contenido, que el resto lo que lo hace mucho más disfrutable.

El último deseo, de Andrzej Sapkowski (1993)
El polaco Sapkowski hace una novedosa aproximación a la novela de espada y brujería en este fix up de cuentos donde el brujo Geralt de Rivia intenta ganarse la vida de pueblo en pueblo matando monstruos, destruyendo maldiciones y acabando con forajidos por encargo de sus habitantes.
Una visión satírica de los tradicionales cuentos de hadas pero escritos de una manera que recuerdan más al western gracias a este personaje oscuro, cínico, callado, de "gatillo rápido" y sin muchas aspiraciones.
Un verdadero soplo de aire fresco en el género, como en muchos de estos casos la historia se extiende en una serie de siete libros donde a partir del tercero son novelas pero igual las historias son novedosas y ágiles.

Canción de Hielo y Fuego, de George R. R. Martin (1996-?)
¿Qué se puede decir de esta cosa que se ha convertido en el gran éxito mass media de los últimos años gracias a la serie de HBO Juego de Tronos?
Bueno, se puede decir, como cualquiera con cuatro dedos de frente puede imaginarse, que a pesar de lo lograda que es la serie de TV (con sus pros y contras) no lo hace honor a los libros, que sus personajes son mucho más complejos, sus historias son más terribles, más crueles, las intrigas más complicadas, los escenarios más grandiosos y los cliffhangers mucho peores.
Que la historia de uno solo de los protagonistas bastaría para una novela de gran tamaño con cualquier otro escritor pero que Martin es un desgraciado que no lo hace así ya que en cualquier momento, y sin que le tiemble el pulso, es capaz de pasarlos al otro lado dejándonos con la boca abierta y los ojos como platos.
Y el que aún no sepa de que va Canción de Hielo y Fuego pues es la historia de fantasía épica de la guerra entre distintas casas nobles por el trono del enorme reino de Poniente (el Trono de Hierro) pero de una manera que evoca a Los Sopranos mezclados con Ricardo III. Hay magia, pero no mucha, y hay política y asesinatos, bastantes.
El gran dolor, es una obra inconclusa cuyos más acérrimos lectores han seguido durante los últimos 18 años y cuyo autor "promete" finalizar en los próximos dos libros.
Quizás ahora si lo haga presionado por los ejecutivos de una poderosa cadena de televisión.

Jonathan Strange y el Señor Norrell, de Susanna Clarke (2005)
Una mujer que prácticamente no ha escrito otra cosa (excepto una recopilación de cuentos alrededor del mismo mundo mágico) llega con este ganador del Premio Hugo 2005 a mejor novela donde la Inglaterra de comienzos del siglo XIX experimenta un renacer de la magia, dormida desde cientos de años atrás, gracias al Señor Norrell y a su pupilo Jonathan Strange, dos verdaderos magos.
La novela costumbrista de Jane Austen y Charles Dickens, con su descripción de sus costumbres y normas sociales, diálogos divertidos e ironías, mezclada con las leyendas tradicionales de hadas inglesas; seres caprichosos, malcriados, malvados, acostumbrados a obtener lo que desean.
Una mezcla que en mi opinión funciona muy bien.






miércoles, 23 de abril de 2014

10 libros de Ciencia Ficción que deberían leerse

Rescatando el blog por el día de San Jorge:

10 libros de ciencia ficción que deberían leerse 
según mi opinión propia y discutible.

1984, de George Orwell (1948)
¿Qué se puede decir de esta novela escrita por Orwell en 1948 que no haya sido dicho?
Asimov hizo una vez un ensayo donde decía que como obra de ciencia ficción era muy mala, en realidad la ciencia es prácticamente nula, pero lo importante no es eso, lo importante es la extrapolación que hace del manejo del lenguaje y la represión de ideas y la advertencia que nos hace acerca de los totalitarismos de cualquier tipo.
No lo voy a negar, 1984 es una novela que da dolor de estomago, pero su lectura aclara muchas cosas que vemos en las noticias de hoy día.

Fundación, Fundación e Imperio, Segunda Fundación, de Isaac Asimov (1951-53)
La original Trilogía de la Fundación de Asimov escrita en los años 50 debe ser, en mi opinión, el origen de todos esos Imperios Galácticos que tan de moda pusieron Star Wars y franquicias similares que aparecieron muchos años después.
Pero la Fundación (en realidad un fix up de muchos cuentos que yo lo veo como un solo libro por su extensión y continuidad) fueron escritos en ese tono de investigación policial e  intelectual que tanto le gustaba a Asimov. No vamos a encontrar monstruos de ojos saltones ni al valeroso piloto Spiff luchando por defender la galaxia de la terrible invasión extraterrestre. Es la historia del fin del Imperio Galáctico, su derrumbe y decadencia y como la Fundación fue creada para convertirse en la semilla de un nuevo imperio gracias a la ciencia de la psicohistoria y su modelaje estadístico de la sociedad humana.
Olvidarse de precuelas y continuaciones escritas en los 80s es mi recomendación.

El fin de la eternidad, de Isaac Asimov (1955)
Si viajo al pasado y mato a mi padre ¿Como podría existir luego para viajar al pasado?
Hay muchas historias de viajes por el tiempo pero El fin de la Eternidad es genial en el manejo de lo mejor que tienen este tipo de historias: las paradojas.
Asimov se inventó a la "Eternidad", una organización muy misógina fuera del tiempo, donde los "Eternos" se mueven a lo largo del mismo realizando pequeños cambios para alterar la historia y garantizar un futuro estable para la humanidad. Cuando un "Ejecutor" (el encargado de hacer los cambios) se enamora, es capaz de cambiar muchas cosas para evitar la desaparición de su amada.
Asimov vuelve a lo que fue un tema recurrente en él; las dificultades como motor de cambio y propulsor del progreso y el desarrollo.


Dune, de Frank Herbert (1965)
Poderes místicos, grandes casas imperiales, naves que cruzan el espacio gracias a pilotos drogados hasta los tequeteques con esa especie de LSD futuro producto de enormes gusanos que una especie de árabes locos cabalgan en el desierto. Conspiraciones y trampas dentro de las trampas, malos bien malotes y depravados  y un héroe predestinado a regir el universo gracias a las conspiraciones de muchas generaciones de antigüedad.
Dune es una space opera por excelencia y es además una obra impregnada de detalles, un hermoso, complicado y exótico tapiz. He visto montones de interpretaciones rebuscadas y profundas, yo no llego a tanto, para mi es la historia del camino del héroe nuevamente contada, pero muy bien contada.


Picnic junto al camino, Boris y Arkadi Strugatski (1971)
Unos extraterrestres nos visitan por un día y se vuelven a ir dejando un montón de basura, similar a quien realiza un "picnic junto al camino".
La basura se acumula en extrañas zonas, de acceso prohibido por los gobiernos, donde las leyes de la física cambian y puedes fácilmente morir triturado por un vórtice o ahogado en un suelo de gelatina.
Al igual que en Pórtico, los humanos juegan con esos artilugios desconocidos que pueden salvar vidas o destruir a la humanidad entera mientras ilegales (stalkers) violan las zonas de restricción y arriesgan su vida en estas zonas para vivir del mercado negro de estos peroles.
Es un libro pequeño pero muy bien escrito, sin muchos efectos ni fuegos artificiales, la idea es tan simple que no podría ser mejor.


Guerra Interminable, Joe Haldeman (1976)
El protagonista William Mandela se alista para luchar contra los taurinos pero la dilatación temporal de los viajes hace que cada vez que regrese a la Tierra se encuentre con una sociedad que no entiende ni lo entiende obligándolo a alistarse de nuevo. Lejos de sus bases, sin tener noticias de nada ni de nadie, en una lucha que pareciera no tener sentido, llena de muertes innecesarias por fuego amigo y errores, Guerra Interminable es una metáfora de lo que vivió el propio Haldeman, veterano de Vietnam.
Una crítica a todo el conjunto político-militar que ve la guerra como un negocio y manipula la información para crear un enemigo que nadie conoce ni intenta conocer.


Pórtico, de Frederik Pohl (1977)
Pórtico es un asteroide descubierto en el Sistema Solar que resulta ser una base abandonada por unos misteriosos extraterrestres, los heechee. Llena de pequeñas naves espaciales programadas para volar a quien sabe donde y regresar (aprendimos a ponerlas a funcionar pero ni idea de adonde van a llegar) su destino es una total lotería que asumen los pocos prospectores con las bolas suficientes (o el desespero por un mundo a punto de colapsar por el hambre) y alcanzar algún destino que proporcioné el descubrimiento que te haga rico por el resto de tu vida (los prospectores cobran regalías por lo que descubran: desde la cura del cáncer hasta un nuevo tipo de bombillo), una peligrosísima ingeniería inversa para ir descubriendo a donde llevan las naves. El relato se presenta como un recuerdo del protagonista en terapia intercalado con curiosas noticias actuales y avisos comerciales.
Lo fascinante de Pórtico es la idea de que tan alienígenas pueden ser los alienígenas, intentar usar su tecnología con los ojos vendados, sin conocer sus motivaciones ni la intención de dejar esas naves en perfecto estado listas para su uso y además con el peligro de llegar a un sitio y descubrir algo que quizás no debería ser descubierto.


Neuromante, de William Gibson (1984)
El cyberpunk es amado u odiado por muchos, marcó fuertemente los años 80s hasta la saturación y el rechazo.
Neuromante creó muchos de los clichés que ayudarían a agotar el género; el cyberespacio (Gibson creó el término), las megacorporaciones, los cyborgs, la yakuza, los hackers, las inteligencias artificiales y ese cielo que tiene el color de un televisor sintonizado en un canal muerto.
Pero Neuromante es Neuromante, es el cyberpunk (que a mi no me ha hastiado) por excelencia: Case y Molly, hacker y mercenaria, son contratados por una IA para liberar a otra IA. Contaran con el apoyo de extraños grupos terroristas del futuro y hackers renacidos y se enfrentaran a peligrosas contramedidas electrónicas en el cyberespacio, a mafiosos y a corporaciones en el mundo real.
Si 1984 nos grita una advertencia de un futuro sin salida, Neuromante nos dice que a pesar de todo hay maneras de ser libres en esa sociedad controlada y que no todo debería ser tan malo.


Hyperion, de Dan Simmons (1989)
Viajes por el tiempo, space opera, cyberpunk, intriga policial, ciencia ficción militar y misterios más allá de la comprensión. Dan Simmons lograr mezclar todo esto en Hyperion usando el ya antiguo esquema de los viajeros que se encuentran en el camino y cuentan sus respectivas historias.
Estos peregrinos que viajan al planeta Hyperion para encontrarse con el Alcaudón (un extraño ser alienígena que pareciera venir de nuestro futuro y cuya principal afición es empalar a los seres humanos en un extraño árbol cromado, centro de un extraño culto religioso) cuentan sus distintas historias, cada una reflejo de una faceta de la ciencia ficción, y nos muestran el universo creado por Simmons de una humanidad regada por la galaxia y conectada por portales de teletransportación.
El que lea Hyperion posiblemente quiera seguir con su continuación, La caída de Hyperion, ya que el libro no concluye nada y finaliza con los peregrinos llegando a Las Tumbas del Tiempo, hogar de este monstruo amante de los pinchos. No mantiene la misma calidad pero igual se puede leer y completar algunos hilos.
Para ser sincero, el libro funciona muy bien con su final abierto.

La cicatriz, de China Miéville (2002)
La extraña ciudad flotante de Armada, enorme suma de barcos, naves, botes y cualquier cosa que flote, controlada por la extraña pareja de los Amantes, está en la búsqueda de una fractura de la realidad en el tejido del planeta de Bas-Lag: La cicatriz.
Ambientada en ese gótico y estrafalario universo creado por Miéville (aunque ahora lejos de su principal protagonista, la ciudad de Nueva Crobuzón), La cicatriz nos lleva en una especie de búsqueda fanática por el océano en compañía de esa extraña fauna que solo Miéville sabe describir; humanos convertidos en extrañas máquinas, vampiros, científicos dementes y monstruos, todos conspirando y aderezado con esa abigarrada y gótica prosa.
Lo mejor es que funciona.
Ni siquiera estoy seguro de que sea ciencia ficción pero ¿qué importa? si aparece en colecciones de ciencia ficción debe serlo ¿o no?