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Anti-Ice
Stephen Baxter, 1993
Ediciones B, 1998
Traducción: Pedro Jorge Romero
Steampunk en un siglo XIX paralelo, donde el descubrimiento en la Antártida del antihielo, extraña sustancia superconductora que cuando se calienta libera una poderosa energía en forma de calor, convierte a la Gran Bretaña en una enorme potencia industrial a lomos de maquinas de vapor compactas y más eficientes.
En plena tensión política entre Francia y Prusia en 1870, un atentado terrorista convierte al diplomático Ned Vicars y al periodista George Holden en pasajeros eventuales de la extraña aeronave propiedad del gran ingeniero y gurú del antihielo Josiah Traveller en un vuelo espacial con destino a la Luna.
Lo que arranca con una terrible descripción del uso del antihielo como arma de destrucción masiva en la guerra de Crimea, se convierte en una historia corriente de aventuras estrambóticas al estilo Verne, un obvio homenaje con unos personajes calcados del mismo: el caballero ingles, el joven idealista inocentón y el científico cuasiloco ermitaño, para terminar finalmente con un tono oscuro y distópico de los peligros del mal uso de la ciencia y la tecnología.
Bien como divertimento para pasar el rato pero creo que ese enfoque casi exclusivo en la aventura selenita con decorados de William Morris desperdició la oportunidad de explayarse en los detalles sociales y políticos de una ucronía donde el antihielo,
además de una enorme fuente de progreso, es una puerta a un infierno de terror y destrucción (una completa analogía al uso de la energía atómica en el siglo XX y a la Guerra Fría) y una herramienta para mantener el status quo por parte de las nueva clase social de los industriales ingleses -aunque se aprecia una cierta crítica al expansionismo ingles en el siglo XIX, al conservadurismo victoriano y a los nacionalismos extremos en las opiniones y simpatías expresadas por los personajes-.
PD: aún no entiendo como cerraron la puerta exterior de la cámara de salida para volver a usarla en la Luna, pequeño desliz.