American Gods
Neil Gaiman, 2001
Editorial Norma,2003
Traductor: Robert Falcó
Después de tres años en prisión por agresión, Sombra es liberado la misma semana en que su esposa muere en un accidente de tráfico junto con su mejor amigo con el que le era infiel. Sin esposa, sin trabajo y en libertad condicional, Sombra pareciese no tener futuro hasta encontrarse con un misterioso personaje que le ofrece un trabajo de guardaespalda y recadero. Un misterioso personaje barbudo, tuerto, a quien eventualmente acompañan unos cuervos y que por momentos puede ser visto con un sombrero de enorme ala, quien se gana la vida estafando a incautos.
De esta manera Sombra entrará en un mundo paralelo y extraño de viejos dioses olvidados traídos a los EEUU por los inmigrantes que han llegado al nuevo continente, dioses destinados al olvido por la falta de creyentes y amenazados por esas nuevas deidades jóvenes y pujantes con gran cantidad de adoradores; Medios de Comunicación, Informática, Banca, etc. Sombra se encontrará en el medio de la lucha y las intrigas de estas caprichosas y orgullosas entidades, supuestamente una carta importante en el juego pero sin saber por que.
Muy interesante la manera como se presentan estos dioses que viven gracias a la adoración de sus creyentes, que se alimentan de los sacrificios de sus seguidores, no importa que sean simbólicos ya que de todas formas todo es un símbolo, una metáfora. Pobres diosas venidos a menos haciendo esfuerzos por sobrevivir. Fieles a su naturaleza plenamente aceptada por ellos, naturaleza que le asignan sus creadores, no pueden dejar de ser lo que son, buenos o crueles, tramposos o legales.
Pero se nota que Gaiman es un guionista de comics; que manera de alargar una historia sin necesidad. Y más nunca me quejaré de las traducciones de Minotauro, desastroso el corrector de estilo de Norma; guiones donde no van, personas que se tutean y luego se hablan de usted, traducir library como librería para que más adelante sea una correcta biblioteca...
Aunque con cierto aroma a "gringo mirándose el ombligo" (a pesar de ser escrito por un inglés), se deja leer.
Tienes que entender todo el rollo de los dioses. no es cuestión de magia. Es cuestión de ser tú mismo, pero el tú en que cree la gente. Se trata de ser la esencia concentrada y ampliada de ti mismo. Tienes que convertirte en trueno o en la fuerza del caballo o en sabiduría. Te adueñas de toda la fe y te haces más grande, más guay, más allá de lo humano. Te cristalizas -Hizo otra pausa-. Y entonces un día se olvidan de tí, ya no creen en tí nunca más, no se sacrifican y no les importa. Te ves haciendo juegos de cartas en la esquina de Broadway con la Cuarenta y tres.