domingo, 30 de noviembre de 2008

Regreso

Volví del Imperio mesmo...

¿Por qué una sopa de almejas, medio sandwich de atún y un enorme vaso de té frío cuestan 9 dólares en un sitio snob como Panera mientras que en una horrible parada de la Autopista Regional del Centro una arepa de queso y una Coca Cola te salen por 21 bolívares "fuertes"?

jueves, 13 de noviembre de 2008

Alas nocturnas


Nightwings
Robert Silverberg, 1968
Ediciones Orbis, 1986 (Editorial Edhasa, 1976)
Traductor: Norma B. de López y Edith Zilli


En una Tierra 40.000 años en el futuro, la humanidad vive en una confortable decadencia bajo la amenaza cada vez menos creíble de una invasión extraterrestre. Agrupados (y separados) en hermandades, cada quien tiene un lugar en esta sociedad y una misión que cumplir en este estado de permanente alerta. Vigías, Voladores, Memorizadores, Músicos, Defensores, Regidores y muchas más, cada quien en una hermandad y cada hermandad para cada quien, excepto los parias, mutantes y normales, el lumpen de esta futura sociedad.

Pocos recuerdan el pasado glorioso de la Tierra, de muchas de sus grandes obras solo quedan ruinas y una geografía fuertemente cambiada por la irresponsable manipulación del clima, una civilización orgullosa y despótica con sus vecinos ahora arrastra esos pecados y deberá purgarlos para renacer.

Un viejo vigía, un mutante y una joven voladora llegan a la antigua ciudad de Rom después de avanzar sin rumbo definido desde Afrik por el puente entre los continentes, los eventos se desatarán, el grupo se separará y el vigía terminará rumbo a Pris para cambiar de hermandad.

Una historia leída en este intento personal de llenar vacíos de los clásicos del género, pero que mas allá del buen rato es bastante olvidable, simpaticamente exótica y con una trama bastante sencilla y sin complicaciones. Una historia de ciencia ficción pero en clave de fábula de como la sociedad actual puede ocasionar su propio fin jugando a ser Dios o como puede crear las herramientas de su propia destrucción en los pueblos que somete y oprime. La redención de los pecados como herramienta para el renacer.

En una esquina elevada de la Ciudad Vieja, se levanta la cúpula dorada que veneraban los mulsmanes, ahora cuidadosamente atendida por el pueblo de Jorslén. Y en esa misma elevación se alza el muro de grandes piedras grises que los heberos consideraban sagrado. Todas esas cosas sobreviven, pero se han perdido ya las ideas que encerraban. Mientras estuve con los Memorizadores, nunca encontré un erudito capaz de explicarme las ventajas de adorar una pared o una cúpula dorada. Sin embargo, los antiguos registros aseguran que estas tres religiones del Primer Ciclo fueron poderosas y profundas.