sábado, 3 de julio de 2010

Forastero en tierra extraña


Me hago viejo.

Supongo que estoy leyendo con mucho retraso la historia de Valentine Michael Smith, el terrestre educado desde su nacimiento por la extraña civilización marciana (recién nacido único sobreviviente de la primera expedición a Marte) quien adulto viaja a la Tierra, cobra su enorme herencia (heredero de la empresa espacial y de las patentes de sus padres) y se dedica a crear una religión (que no es tal) hippie (amor, paz y más amor) antes de que existieran los hippies.

Y supongo que estoy muy viejo cuando leo este clásico tan alabado de la ciencia ficción y lo que me provoca es aburrimiento, hasta llegar a querer apresurar la lectura para terminarlo.

Es una novela de Robert Heinlein y como toda obra de Heinlein que se precie nuevamente sus críticas a los tabúes sociales, sexuales y religiosos, nuevamente su crítica al estado, a cualquier estado manipulador, y nuevamente su defensa del individuo en su lucha para mantener su derechos y su individualidad, lucha que el mismo debe platearse si no tiene quien lo defienda.

El hecho es que ya me aburren sus diálogos a veces interminables, sus discusiones por pendejadas que se extienden y parecieran no acabar, sus personajes masculinos intelectualmente poderosos y sus personajes femeninos tan liberadas y tan echadas pa'lante pero que en el fondo lo que desean es quedar embarazadas y tener muchos carajitos y me cansan sus predicaciones disfrazadas de clases magistrales por esos protagonistas tan duchos e inteligentes.

Vamos, como diría Charly: "todo muy superado, muy liberal" pero Heinlein no puede evitar llamar "pobres invertidos" a los homosexuales y asignar cierto grado de "iniquidad" a su condición.

Supongo que escandalosa para la época en que fue publicada (1961) por su manejo de las relaciones sexuales, por su crítica a los valores religiosos y por propugnar un nuevo concepto de familia pero es que es mas Heinlein del que ya conocí en Tiempo para amar, La Luna es una cruel amante, Los hijos de Matusalén, Viernes o el Número de la Bestia y ya me empachó.

Interesante su predicción del futuro de la exploración espacial en el justo comienzo de la carrera entre gringos y rusos; como podríamos esperar de Heinlein, la empresa privada será la que tomará la batuta ¿Lo estamos viendo ya?

Definitivamente, me leí a Heinlein en el orden incorrecto y éste exactamente debí hacerlo hace 20 años.

1 comentario:

Vel dijo...

Aquí un viejo perdido que solo viene a decir que tambien pienso lo mismo después de terminar dichoso ladrillo.
Hay novelas de los 60 con trama y conversaciones más interesantes por leer que esta historia llena de paja.

Saludos.