El primero es un pequeño judío, cojo por el polio, con grandes sueños de convertirse en dibujante de comic (pero en realidad sin mucha habilidad para las artes) quien encontrará a su socio ideal en su primo Josef, quien huyendo de los nazis tendrá que abandonar a su familia en Praga y llegará como refugiado a la casa de su lejana tía en Nueva York.
Kavalier, con grandes dotes para el dibujo, además de aprendiz de mago y escapista, encontrará en Sammy a un guionista excelente y la dupla Kavalier y Clay (nombre artístico) renovará por completo el comic de superhéroes durante la Segunda Guerra Mundial.
Un divertido paseo por los orígenes del comic que incluye la visita a las principales creaciones de este dúo ficticio: El Escapista y la Polilla Luna, breves apariciones de los precursores (verdaderos) del género como Stan Lee y Jack Kirby y curiosos momentos compartidos con Salvador Dalí y Orson Wells.
Por momentos divertida (esa curiosa bohemia surrealista que pulula por el Nueva York de los años 40), por momentos cruel y trágica (la dificultad de Clay para vivir su homosexualidad y el dolor de Kavalier por su familia perdida) y por momentos fantástica y mágica (con rescate de los restos del Golem en Praga incluido).
A pesar de ser un libro voluminoso (más de 700 página que incluyen luchas contra terroristas nazis dementes, aventuras bélicas en la Antártida y un par de historias de amor y desamor) lo devoré en pocos días y me uno al grupo de los que lo consideran una excelente novela.
-En la vida solamente hay un medio seguro -dijo Deasey- de garantizar que uno no va a ser pulverizado por la decepción, la futilidad y la desilusión. Y no es otro que tener todo lo claro que uno pueda, que uno hace las cosas únicamente por dinero.
PD: la casa Dark Horse editó seis números del Escapista con varios artistas invitados, curioso feedback.
2 comentarios:
No pensé que vería el día en que reseñaras un libro que ya yo hubiera leído.
Con excepción del pasaje de la Antártida, que me pareció una "broma" cruel de Chabon para con su personaje Josef, el resto del libro me gustó mucho.
El mencionado pasaje, y más la tragedia que lo desencadenó, marcan un punto de inflexión no solo en la historia sino en el ritmo y tono del libro, que a mí me dejó con el sabor de que las "asombrosas aventuras" se habían acabado y de que ya era hora de madurar y enfrentarse a problemas, no más graves (¿qué puede ser más grave que escapar de una Praga ocupada dejando a toda tu familia detrás?) sino mas "adultos", como la paternidad, la soledad y la auto aceptación.
La forma como el autor describe la "edad de oro" del comic norteamericano, no solo como producto de consumo sino como manifestación cultural, me pareció magistral. Mientras lo leía me daban ganas de acercarme a una tienda de comics a buscar "el próximo número", no ese de colección que se compra por el placer de poseer, sino ese que se compraba (hace tiempo ya) por el placer de leer, de saber cómo el héroe iba a resolver los problemas esta vez (y SIEMPRE los resolvía).
A mí lo que me arrecha es que escribes un comentario y con cinco líneas mas valdía para un post en un blog
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