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El señor de las moscas, de William Golding, es un libro que nadie debería dejar de leer; esta historia de esos taimados y diabólicos enanos que son los niños quienes, dejados a su arbitrio en una isla abandonada, llegan a mostrar la verdadera y cruel naturaleza humana es todo un clásico, pero un clásico que debe ser leído y disfrutado (no como María, Cumbres borrascosas u Oliver Twist, esos ladrillos de los que muchos hablan y que sirven para hacer bulto en la biblioteca).
Pero el asunto no va exactamente hacia el libro sino a las ilustraciones que acabo de descubrir que Sam Weber ha realizado para una nueva edición inglesa del mismo.
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No dejo de maravillarme como la esencia de ese libro se puede mostrar en unas falsamente sencillas ilustraciones, empezando por esa portada que resume la totalidad de una obra tan compleja (ese detalle del lente roto es genial). Falsamente sencillos porque con pocos trazos y colores realiza una descripción perfecta de esa escena resumiendo montones de páginas en una imagen, son imágenes profundas que transmiten más de lo que aparentan. Definitivamente, menos es más.
Maldita y cochina envidia me genera la capacidad que tienen artistas como Weber.
Y, aunque no sea una edición ilustrada, no se pierdan El señor de las moscas.