sábado, 7 de agosto de 2010

Sangre y champán


Acabo de terminar esta biografía de Robert Capa (1913-1954) escrita por Alex Kershaw y más me sorprendo de que nadie se haya decidido llevar al cine una producción con la vida de este genial fotógrafo.

Tiene todo lo necesario:

André Friedman, joven pobre, húngaro y judío sin ninguna habilidad especial excepto la de meterse en problemas sale de su Hungría natal (sus tendencias políticas de izquierda y su religión no lo hacían muy del agrado para el régimen fascista del país) y casi sin nada en los bolsillos y sin ninguna profesión ni estudios más allá de la educación secundaria parte rumbo a Berlín con la intención de estudiar algo, cualquier cosa.

Ayudado por su amiga de la infancia y fotógrafa Eva Besnyö conseguirá trabajo revelando y secando negativos en la agencia Dephot donde conocerá lo que es una Leica y quedará fascinado por el trabajo de los corresponsales de la agencia.

Nuevamente los nazis ganan, ahora en Alemania, y Friedman huye a París donde se refugian miles de judíos, conocerá a la alemana Gerda Pohorylle, el gran amor de su vida y juntos crearan al excelentísimo fotógrafo americano Robert Capa y a su ayudante Gerda Taro como una manera de subirle el precio a sus trabajos.

Los contrataran para viajar a España y fotografiar la Guerra Civil (desde el lado republicano, bando con el que simpatizaban), se hará amigo de Hemingway, Gerda morirá en un estúpido accidente de tránsito y Capa quedará destrozado, tomará su foto del miliciano que cae, sobre la que aún se mantiene la polémica de si es real o una puesta en escena y se hará famoso. Fotografiará la guerra Chino-Japonesa y huirá a Nueva York escapando del nazismo.

Putañero, bebedor, juerguista y jugador, vivirá toda su vida creando esa imagen del corresponsal de guerra que se ha grabado en el inconsciente colectivo.

Realizará trabajos aburridos en EEUU para distintas revistas, soltero empedernido se casará solo para obtener la residencia. La entrada de este país en la guerra lo convertirá en nacional de un país enemigo y solo el permiso obtenido de una manera poco ortodoxa de la embajada británica le permitirá salir del país rumbo a Europa y fotografiar el conflicto para Collier's Weekly y Life en Londres, África, Sicilia, Italia, el desembarco en Normandía en playa Omaha, las Ardenas y Alemania.

Terminada la guerra continuará con sus juergas, será amante de Ingrid Bergman, vivirá en Hollywood y la odiará, volverá a París, fundará la agencia Magnum junto a David Seymour, George Rodger y Henri Cartier-Bresson. Viajará con John Steinbeck a la URSS para realizar un libro en conjunto y será investigado por el machartismo por sus vínculos con la izquierda. Derrochará el dinero de la agencia en mujeres y en apuestas y la salvará consiguiendo grandes clientes.

Deprimido visitará Japón donde re-encontrará la fotografía. Mientras está allá la gente de Life le pedirá que sustituya a un fotógrafo para cubrir el conflicto en Vietnam donde morirá al pisar una mina cuando contaba apenas 41 años.

Definitivamente, como el mismo Kershaw titula uno de los capítulos, era el hombre que se inventó a sí mismo y se dedicó a construir una vida de disfrutes, temores, peligros y jodidas a los demás. Diez vidas vividas en una sola. Todo un personaje de película que, repito, no entiendo como no ha sido llevado a las pantallas entre tanto refrito cinematográfico mediocre.
El libro, en general, bastante bien excepto por algunos detalles que no se si atribuírselos al autor o a la traducción (¿Willy Ronis húngaro? ¿El ataque a Pearl Harbor el 6 de diciembre?) pero el personaje es fascinante y su historia se deja leer.

En estos días tengo una exposición montada en un restaurant; las fotos se despegaron y escribieron mal mi nombre. Cuando leí como los tres rollos tomados por Capa el Día D fueron prácticamente arruinados por un error del laboratorio sobreviviendo apenas nueve tomas me pareció una verdadera pendejada molestarme por nimiedades.

Más de su trabajo en la página de Magnum.

Quizás sea como el mismo Capa dijo alguna vez:
"No basta con tener talento. También tienes que ser húngaro"

1 comentario:

Maru Aveledo dijo...

Buena reseña. Lo empiezo a leer hoy

Leo tu descripción de Capa y me recuerda mucho a mi primer gato. Aunque nueve vidas no fueron suficientes para salvarlo.

Da rabia lo de la exposición. Pero tus fotos son excelentes.