una sociedad que no permite la expresión de opiniones incómodas, soeces, repugnantes, que atenten contra los más sagrados principios que la rigen… bueno, a esa sociedad no la llamo democrática. Para mí no es más que otra clase de dictadura. La dictadura de la mayoría, tal vez; o quizá la dictadura de un cierto tipo de pensamiento que la clase dirigente ha decidido que debe ser el mayoritario, ya sea cierto o no
Si empezamos a confundir a las personas con los cargos que ocupan o las instituciones que representan, nos metemos en una espiral chunga que puede acabar en que no tengas derecho a decir que tu presidente del gobierno es un incompetente porque eso sería de acusar de incompetencia a la institución de la Presidencia y no a la persona que en ese momento ocupa el puesto
Las dos notas anteriores son extraídas del blog de Rodolfo Martínez, escritor español de fantasía y ciencia ficción y lo curioso es que vienen a relación con los casos de una cadena de librerías gringas, que a tono con la pendejocorrección política que nos invade ultimamente, han decidido sacar de la sección infantil el volumen de Tintín en el Congo y pasarlo a la sección de adultos ya que lo consideran racista. Y luego la decisión de un fiscal español de secuestrar la revista Jueves porque en su portada apareció una caricatura de los príncipes Felipe y Leticia en plena faena sexual. Y digo que es curioso porque leídos así, los párrafos en cuestión casi que parecen hechos ex-profeso para la situación actual que vive Venezuela. Pero no es así, surgieron por el sentimiento, en un país desarrollado, de que hay una corriente totalitarista que poco a poco se propaga por el mundo.
¿Mal de muchos consuelo de tontos el hecho de que hasta en países de Europa se confunda al gobierno con la nación? Mientras tanto pareciese ser una constante a nivel mundial que el hombre* común está entregando su capacidad de decidir y pensar y, lo que puede ser más trágico, entregando la responsabilidad de escoger, a unos estados que cada vez quieren abarcar más con la excusa del bienestar de la mayoría, un estado que decide que debemos saber y que no y que el juego de la democracia lo juega con dados cargados y reglas elásticas a su favor.
(*)Hombre como perteneciente a humanidad y no como género, aclaratoria necesaria para estar a tono con los tiempos modernos.