jueves, 19 de julio de 2007

Jonathan Strange y el señor Norrell


Jonathan Strange & Mr. Norrell, 2004
Susanna Clarke
Editorial Salamandra, 2005
Traducción: Ana María de la Fuente


    —¿Puede un mago matar a un hombre por arte de magia? —le preguntó lord Wellington a Strange.
    Éste frunció el entrecejo. Pareció que no le gustaba la pregunta.
    —Supongo que un mago podría —admitió— pero un caballero, jamás.

Reino Unido, comienzos del siglo XIX, mientras los políticos discuten la mejor forma de enfrentar a Napoleón, el gobierno pasa por una crisis por sus escasos resultados en esta lucha y el rey Jorge cae bajo ataques de locura, los magos ingleses, caballeros puramente teóricos, se reunen en sociedades para discutir los hechos e historia de la magia que antiguamente reinó en Inglaterra. La magia desapareció de la isla y los magos actuales solo quedaron para reunirse en cafés y estudiar a los grandes hechiceros del pasado y sus grandes obras; Pale, Absalom, Ormskirk y el más famoso de todos, el Rey Cuervo. Pero se producirá un gran cambio cuando aparezca el Sr. Norrell, un verdadero mago, capaz de hacer magia que funciona, quien comenzará su cruzada para retornarla a Inglaterra y desterrar a los charlatanes e ignorantes.

Una maravillosa historia en un mundo alternativo donde la magia es posible y sus protagonistas lucharán en la guerras napoleónicas, en Portugal, en Waterloo, conocerán a Wellington y a Byron, participarán (y sufrirán) de intrigas, tanto políticas como mágicas, amarán y odiarán. Todo girando alrededor de los caprichos de uno de los mejores duendes que he leído, un verdadero hijo de puta por naturaleza.

Una mezcla de la novela costumbrista de Jane Austen, con sus diálogos, convenciones y esa pizca de humor irónico, mas una ambientación profunda y con sustancia que no parece el cartón piedra de tanta fantasía épica que se consigue hoy en día.

Totalmente recomendable.

    —"Dos sortilegios para conseguir que un obstinado abandone Londres" leyó Arabella—. Me gustaría saber por qué ha de querer el mago que la gente se marche de Londres.
    —Lo ignoro. Desde luego, en Londres hay demasiada gente; pero echarlos uno a uno parece mucho trabajo.

1 comentario:

Mr. G dijo...

Se ve entretenido. Buscarelo.