lunes, 16 de junio de 2008

El azogue


The Tain
China Miéville, 2002
Editorial Interzona, 2006
Traductor: Marcelo Cohen

-Desde el principio -dijo un hombre, intercalando humo en las palabras, tomándose su tiempo-. Lo supe desde el principio. Cuando a uno le ocurre algo así, semejante disparate, cree que se está volviendo loco, se inventa excusas, pero en seguida supe que el que se había estropeado era el mundo, no yo. Resulta que estaba todo embadurnado de espuma de afeitar y me agaché a enjuagarme, y cuando levanto la cara de nuevo mi reflejo me estaba esperando. Se había pasado la navaja de costado, sangraba por entre la espuma, me miraba. Yo ni me fijé si tenía sangre en la mejilla. Me di cuenta de que eso ya no era yo


Atrapados hace miles de años en los espejos y obligados a encarnarse en los seres y objetos que se miran en ellos, obligados a ser su reflejo, los imagos se han rebelado, escapado a nuestro mundo a través del portal creado por el azogue y atacado a sus esclavizadores los seres humanos. En un Londres post-apocalíptico, Sholl cree haber descubierto la forma de poner fin a la guerra entre humanos e imagos y decide enfrentarse a estos y a su líder mientras, de forma paralela, otro ser comparte con nosotros en primera persona su experiencia desde el otro bando.

Inspirada en Animales de los espejos de El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges, este cuento largo, novela cortísima, de Miéville nos pasea por ese terror fantástico tan borgiano de lo cotidiano convertido en extraño.

En breves páginas; el temor y el odio a lo extraño, el castigo por la responsabilidad en abusos cometidos pero ignorados y la esperanza como lo último que se pierde.

Lo bueno, si es breve, dos veces bueno.

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